El denominado bagazo de cerveza (BDG) es el residuo sólido que queda después de procesar los granos de cereales germinados y secados (malta) para la producción de cerveza u otros derivados de la malta. Aunque el cereal que se usa mayoritariamente en la elaboración de cerveza es la cebada, también se puede emplear trigo, maíz, arroz, sorgo y mijo.
En el proceso de fabricación de la cerveza, los granos del cereal se sumergen en agua hasta que germinan y después se secan y se retira el germen para producir la malta. Una vez producidos los granos de malta, se muelen y empapan en agua caliente para que las enzimas transformen el almidón en azúcares. A este proceso se la llama maceración y sacarificación. El líquido resultante rico en azúcar (mosto) a continuación se hierve, filtra y se fermenta para producir cerveza. El bagazo húmedo (WBG) se recoge al final de la proceso de sacarificación, una vez que todos los azúcares se han separado del grano. El producto que queda es un concentrado rico en proteína y fibra que es utilizado como materia prima para la alimentación animal. El bagazo de cerveza es un “coproducto” de composición y valor nutricional muy variable y altamente dependiente del cereal empleado, del proceso industrial (temperatura, fermentación, etc) y del método de conservación. El bagazo de cerveza se puede emplear en húmedo cuando se dispone de medios y se va a usar poco después de ser producido; en otros casos se debe usar seco o puede ser ensilado. El bagazo de cerveza representa aproximadamente el 20% de la producción de cerveza y su producción es, en cierto modo, estacional, produciéndose más en verano. Su consumo en fresco está limitado por los costes de transporte y el secado encarece el producto, si bien permite múltiples posibilidades de uso. El bagazo de cerveza se obtiene con un 75-80% de humedad y es muy inestable como consecuencia de que es un buen sustrato para el crecimiento de microorganismos. Por lo tanto, una vez que se ha producido, es recomendable usarlo tan pronto como sea posible. La apetencia del producto disminuye con el tiempo. En general se recomienda usarlo antes de que transcurran de 2 a 5 días de ser producido, en el caso de climas templados y de 5 a 7 días en el caso de climas frios, aunque hay quien señala hasta 30 dias en invierno en condiciones de frío. Se recomienda no suministrar a los animales las partes deterioradas. El uso de conservantes, en general ácidos orgánicos, tiende a estabilizar el producto y a aumentar el período de uso. Probablemente es en rumiantes donde el bagazo se usa mayoritariamente, debido principalmente a que hasta hoy, en España, se consume en fresco. Los valores de digestibilidad de Materia Orgánica (DMO) varían de 55 a 75% y la mayoría de referencias en las tablas van de 59 a 67%. El bagazo es una buena fuente de proteína para los rumiantes y contiene una proporción importante de proteína indegradable (by-pass) a nivel ruminal. La degradabilidad de la proteína que se encuentra en las tablas y la literatura científica oscila del 41 al 49%. Estos valores son más bajos que los indicados para otras fuentes proteicas como soja y subproductos de cereales. Los valores de la digestibilidad intestinal del N oscilan del 74% al 84%, que son menores que los indicados para la soja, gluten meal o DDGS de maíz (más del 90%). En cuanto a los aminoácidos, el primer aminoácido limitante del bagazo en rumiantes es la lisina. En estudios muy antiguos se señala que el empleo del bagazo mejora la utilización de urea y previene la formación de abcesos hepáticos, comenzando a verse el efecto a partir del 5% de inclusión en la dieta y observándose con claridad cuando se incluye en la dieta a niveles de un 15%.