¿Cómo impacta en los granos la caída del precio del petróleo? La nueva realidad, el rol de los biocombustibles y las perspectivas para el mercado.
Existe una «gran relación» entre «el precio del barril de petróleo (WTI) y el valor del aceite y poroto de soja; correlación que se profundiza a partir del año 2005 cuan
do se produce el despegue de la industria de biodiésel en Argentina y otros países del mundo»
No es el único factor, pero la cotización del petróleo a nivel internacional tiene su impacto en los granos, oleaginosas y derivados. Históricamente, la relación entre el principal commodity energético y las materias primas agrarias estaba dada por los movimientos de flujos financieros de un mercado a otro: inversores y fondos especulativos se movían desde y hacia los mercados de commodities, según las variables de oferta y demanda que eran clave para la determinación de los precios.
Así, los inversores y los fondos actuaban cuando veían oportunidades de subas ante problemas en la oferta de determinada materia prima, por caso una sequía que diezmara la producción de soja o maíz en alguno de los principales productores mundiales, o algún conflicto bélico en Medio Oriente que hacía temer problemas de abastecimiento de crudo
Y esa relación no se fue del todo, ya que los inversores y fondos siguen más que atentos los vaivenes de la oferta y demanda global de las materias primas.
También, históricamente el precio del petróleo fue fundamental como insumo para la producción: cuanto más elevado el valor del barril, más debían valer las materias primas agrarias para que la actividad fuera rentable.
Pero hoy, el impacto que tiene el valor del crudo en los granos no es meramente financiero o solo por una cuestión de costo como insumo. En la actualidad, la relación es más intensa y puede decirse que está dada por «competencia».
Es que desde que entre 2004 y 2006, Estados Unidos pone en marcha una serie de normativas con incentivos para los combustibles renovables, en detrimento de los combustibles fósiles. El país norteamericano apuesta al etanol, en base a maíz, y la capacidad de producción de ese combustible renovable se quintuplicó en los últimos 8 años. Otro tanto pasa con el biodiesel que se produce sobre la base de oleaginosas. Aunque a otros tiempos y a otras escalas que la de EE.UU, en la Argentina con la soja; en Europa con la colza y la canola, y en Asia con la palma se produce, consume y hasta se exporta biodiesel.
El mundo se mueve a las energías renovables, aunque sin abandonar al petróleo de manera definitiva, y muchos países, como la Argentina, tienen hoy la obligación de que las naftas y el gasoil que se comercializa en sus territorios deban mezclarse hasta determinados porcentajes con combustibles alternativos.
Sin olvidarse que el principal impulsor para el aumento de la producción global de granos y oleaginosas es la creciente demanda de Asia, sobre todo de China en la última década, la irrupción de los combustibles renovables en base a aceites vegetales tiene su cuota de participación en ese incremento.
Así, en los últimos años, el petróleo y los commodities agrarios se relacionan más desde el punto de vista de la demanda sustituta, que desde lo que significa como insumo para la producción o los flujos financieros entre mercados, que no obstante siguen teniendo su peso.
Y sobre todo en esta campaña 2014/15, el impacto de los precios del petróleo sobre los granos queda más en evidencia que en las últimos cinco o seis ciclos. Eso porque si bien los incentivos para utilizar granos como combustibles renovables, sumado a la fuerte demanda asiática por materias primas sin procesar, hicieron que creciera con fuerza la siembra de esos productos, de la mano de un alza en los valores de las materias primas, diferentes factores climáticos hicieron inclusive que el área sembrada global con maíz, soja, colza y palma no se tradujera en incrementos proporcionales en la producción.
Así, hasta fines del año pasado, los precios de los granos y oleaginosas se mantuvieron en rangos elevados para lo que fueron sus cotizaciones históricas, algo que ahora parece haber cambiado. A la súper cosecha de maíz y soja en Estados Unidos, se suman las previsiones de nuevas cosechas récord en América del sur, que la actual campaña dejará la mayor oferta global de cereales en los últimos 30 años y que la demanda mundial no crece en la misma proporción que la oferta. Todos componentes que vislumbran mayores bajas en las materias primas agrarias.
A todo eso se añade el comportamiento del petróleo. Desde octubre pasado, el crudo perdió 50% de su valor, que pasó de costar por encima de los u$s 90 a u$s 45 por barril. Algo similar pasó con la nafta (gasolina) en Estados Unidos, que hoy se ubica en torno a u$s 1,4 el galón. Y, como se dijo al principio, al haberse convertido los granos en sustitutos de los combustibles fósiles, sus precios deben mantener cierta relación con la cotización del petróleo para mantenerse como alternativa rentable. Dicho de otro modo: si el petróleo y sus derivados se mantienen en los actuales rangos, el valor del maíz en Estados Unidos, o de la soja y derivados, no puede subir por encima de los niveles actuales, sino producir etanol no sería rentable y bajaría la producción de ese grano, afectando no solo la producción de biocombustibles sino también la oferta general de esas materias primas
La oleaginosa consigue los mejores precios en varios meses, pero las lluvias amenazan con arruinar las cosechas
La producción sudamericana de soja será menor a lo que se esperaba hasta hace unos meses o semanas atrás. Son ajustes que no cambian el marco general de oferta abundante, pero que han permitido un fortalecimiento de los precios.
Al mismo tiempo, los principales exportadores de petróleo Arabia Saudí y Rusia se han puesto de acuerdo en moderar la producción en la antesala de una reunión clave que sostendrán el domingo próximo en Doha, Qatar, con el objetivo de que los principales exportadores logren acordar una oferta moderada que consolide la firmeza de precios.
Ambos factores conjugados pueden empezar a mostrar la llegada de un suelo en las cotizaciones de las materias primas, o al menos en algunas de las más importantes en el comercio mundial. En particular el caso de la soja es importante.
El principal cultivo por superficie en Uruguay creció al impulso de China y, a pesar del freno económico del país asiático, la demanda sigue creciendo. Este martes el Departamento de Agricultura de EEUU agregó datos confirmatorios del buen nivel de demanda por la oleaginosa.
Las importaciones de China, corregidas al alza, de 82 a 83 millones de toneladas. Las exportaciones de soja de EEUU también corregidas hacia arriba, de 45,99 a 46,40 millones de toneladas. Ese aumento lleva a una baja de las reservas estadounidenses que se van a 12,11 millones de toneladas, por debajo de los 12,51 millones del mes pasado y de los 12,36 millones que estimaban en promedio los operadores.
La consecuencia de esos datos y de lo que el mercado ha ido percibiendo gradualmente es una recuperación en las cotizaciones de la oleaginosa, gradual y tibio, pero que si se lograra cosechar aliviaría la ecuación de la agricultura uruguaya. El poroto llegó a estar por encima de US$ 500 por tonelada, cayó a fines del año pasado a US$ 290 y esta semana se acerca a US$ 330. Y esta suba sucede cuando la principal cosecha regional ya está en plena salida.
En Brasil la cosecha ya se acerca al 85%-90% del área, por lo que los ajustes adicionales a los pronósticos no serían significativos. En el entorno de 100 millones de toneladas, pero tal vez un poco menos.
En Argentina, los episodios de lluvias ponen, como en Uruguay y tal vez un poco más que aquí, un signo de interrogación sobre la oferta final de la oleaginosa.
Hasta hace dos semanas se hablaba de 60 millones de toneladas, ahora se duda respecto a que se llegue a 59 millones. Ya para la campaña 2016/2017 en Argentina se espera la baja del área de soja, que sería captada principalmente por el maíz. Mientras que en el mercado también se baraja la posibilidad de que Brasil, con otro gobierno y un dólar más bajo en caso de que se produzca una mejora de la confianza, pueda también estabilizar su producción.
La estatal Compañía Nacional de Abastecimiento (Conab) de Brasil recortó el jueves 5 la estimación sobre la producción de soja 2015/2016 de 101,2 millones a 98,98 millones de toneladas, lo que supondría un crecimiento de apenas 2,9% respecto al ciclo anterior.
Los principales ajustes se dieron por los efectos de la sequía en estados del llamado Matopiba (Maranhao, Tocantins, Piauí y Bahía). También se corrigieron las previsiones en Mato Grosso ante los magros resultados del último tramo de la cosecha afectadas por el déficit hídrico. Hay consultoras privadas como INTL FCStone y AgRural que prevén una cosecha entre 97 millones y 98 millones de toneladas.
Para la campaña 2016/2017, los técnicos del Departamento de Agricultura de EEUU (USDA, por su sigla en inglés) en Brasil divulgaron en la primera semana de abril una primera proyección tentativa de área y producción. En el informe se pronosticó un incremento del área de apenas medio millón de hectáreas hasta 33,7 millones. La producción llegaría a 103 millones de toneladas.
Los técnicos indicaron que el ritmo más moderado de expansión de área en relación a los cinco años anteriores «es atribuido a los costos de producción más altos y los desafíos económicos y políticos en Brasil».
En Argentina, hasta antes del inicio de las lluvias sobre principios de abril, las previsiones de cosecha de las principales bolsas de cereales se ubicaron entre 59 millones y 60 millones de toneladas.
Mientras tanto, el Ministerio de Agroindustria apuntó tentativamente a una cosecha cercana de 60,9 millones de toneladas de no mediar inconvenientes climáticos o sanitarios.
El martes 12, el USDA elevó su estimación de producción para Argentina en medio millón de toneladas –a 59 millones– dejando sin cambios la previsión para Brasil en 100 millones de toneladas.
Los técnicos del USDA en Argentina prevén que en 2016/2017 el área de soja en Argentina caiga entre 600 mil y 700 mil hectáreas con una producción –con rendimientos promedio– que podría llegar a 54 millones de toneladas.
La oleaginosa perdería área frente al maíz en las regiones más productivas y pasaría a superficie de segunda junto al trigo, cultivo que también ganará en área.
Mientras el mundo observa si el petróleo logra estabilizar una cotización, que desde Rusia entienden debería ser cercana a US$ 50 por barril, son pocos los argumentos para esperar una recuperación del precio de los cereales en el corto plazo.
El informe del USDA elevó el stock de maíz de EEUU, llevándolo a 47,29 millones de toneladas, por encima de los 46,67 millones estimados el mes pasado y de los 46,86 millones previstos por el mercado. Brasil tendrá una gran producción, de 84 millones de toneladas, y la producción de Argentina fue corregida al alza y como se explicó antes, crecerá el año que viene tomando áreas de soja, ya que el cereal ya no tiene retenciones, pero la oleaginosa mantiene impuestos a la exportación.
La humanidad se acerca a los 1.000 millones de toneladas producidas en maíz, un hito nunca alcanzado por grano alguno. El informe del USDA llevó la cosecha mundial de maíz de este año a 972,13 millones de toneladas, por encima de los 969,64 millones del reporte anterior. El stock mundial fue proyectado en 208,91 millones (206,97 millones fue en marzo).
Si a eso se suma el fuerte aumento que tendrá la producción de trigo de Argentina y el elevado stock mundial del cereal, la presión sobre los cereales principales producidos a nivel mundial parece que se mantendrá.
Esto significa un desafío fuerte a nivel de la producción. Las necesidades de diversificación e incorporación de gramíneas pueden estar presentes luego de varios años de soja. Pero las condiciones no parecen estar dadas para que esa diversificación se efectivice
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